sábado, octubre 29, 2011

Citas infames


Quién guste de las citas celebres en esta entrada no quedará para nada satisfecho. No va de eso, no va de los grandes o pequeños dichos que desafiando el paso del tiempo permanece en la memoria de la gente… y en los libros. Tampoco va de las frases que nadie recuerda o han sido pésimas desde su pronunciamiento.


El tema de este escrito va de alguna de mis citas y no precisamente las verbales, aunque estás tenerlas también las tengo, si no de aquellas veces en que casi a ciegas quedé con féminas con intenciones afectivo/amorosas/sexuales. Abierto a posibilidades que está uno.


Antes de entrar en materia, por si alguien amante de las citas celebres aun continua por aquí, citaré una de mis frases favoritas

Nada es veneno, todo es veneno, la diferencia está en la dosis.

Ni puñetera idea de quién es, me parece que de un tipo un francés. Da igual. Me encanta, creo que tiene una razón inmensa y un toquecillo paradójico que es lo que más me atrae de ella.


Sí además alguien quedó con el gusanillo de conocer una de mis frases, nada populares, le dejó una que quizá peque de algo machista:
Oliendo lo que comen, no me extraña que las mujeres eviten tirarse pedos.

Nació tras ser golpeado y noqueado por los  perfumes  de lo que algunas compañeras de trabajo calientan en el microondas para aliviar el hambre. No sé si era comida de dieta o realmente les gustaba ingerir esas aromáticas viandas. A mí su olor me tumbaba y conmocionaba.

Lo que contaré pertenece a un pasado con una antigüedad aproximad de diez años. Yo era otro, seguramente no muy diferente, pero si con algunas características físicas y mentales distintas.  Tenía bastante más pelo y poseía un cuerpo ligeramente más atlético, por el contrario mi inocencia era mayor y estaba más verde en general en todo.
Hay un chiste, chiste malo, que me gusta más que por la posible gracia que pueda tener por la verdad que encierra. Más o menos dice así:

Cuando una mujer ha cumplido los treinta, no le importa decir que sí; cuando un hombre los tiene, no le importa decir que no.
Mientras lo escribía he percibido que también tiene un tufillo machista. Si en la entrada anterior acabe mal con los freakies (un saludo, chavales y chavalas, otro Dark Vader y Gandalf, y para los últra freakies de verdad un “Klaatu barada nikto”), en esta será con las mujeres, aunque no intencionadamente. Bueno, de todas formas el impacto en mi vida social no se notará.

Me centro. Comienzo con el tema en sí.

Hace muchos muchos años en esta misma galaxia y planeta, existía yo y estaba sin pareja, ni fija, ni esporádica. Esto es una constante en mi vida como la de Planck lo es para el Universo.

Por aquella época solía frecuentar un chat, seguramente más antiguo que cualquier otro chat que podáis haber conocido. Era el IRC, puede que os suene más su versión latina conocida como IRC_Hispano, era muy sosito, sin monigotes, ni efectos especiales, ni musiquitas. Texto puro y duro y gente con quien compartirlo. Había multitud de canales. Yo solía frecuentar  el de #filosofia, luego me mude a #librepensamiento, que nació de una escisión de los miembros del primero. Pasé buenos momentos allí, se habla de todo y la postura de gente era dialogante y abierta. En ocasiones, recibíamos los “ataques” de algún miembro de #canal_cristiano que básicamente se pasaba a insultarnos y llamándonos “enfermos” y otras lindeces peores. No éramos ángeles y como contrarespuesta también visitábamos su canal y poníamos en tela de juicio diferentes aspectos de la religión católica. No durábamos mucho, enseguida nos quitaban la voz o nos “pateaban” (nos expulsaban de canal), en ocasiones incluso nos ponía un “ban” (una barrera para que no pudiésemos volver a entrar). Eran canales libres para todos, pero los founder (creadores) y administradores podían poner bloqueos de acceso a determinadas personas. Todo este rollo era un poco de culturilla ...no muy útil.

Por mi cuenta, alguna que otra vez también entraba en  #canal _cristiano para leer y escribir, pues también había gente agradable con la que se podía debatir temas en tono sereno y compartir ocurrencias. En el fondo, soy un buenazo, aunque cuando hay que ser malo tampoco lo hago nada mal.

Llegados a este punto, voy a ser poco humilde  y hacerme algo de autobombo. Es decir, voy ser como siempre. Tengo una frase mía, un poco maliciosa, que parafrasea un conocido dicho, la cual dice “la humildad es una virtud,… en los mediocres”. Chulito que es uno. Seguro que si Cristiano Ronaldo la conociese y comprendiese se la tatuaba en sus famosas abdominales.

Me vuelto a ir por las ramas. Estaba yo con el autobombo. Se me da bien el uso de la palabra en los chats (se me daba), se me da muy bien. Mi capacidad para despertar interés en las chicas en estos sitios es inversamente proporcional a la que tengo cuando las he de tratar en vivo y directo. El directo me puede. Con el  teclado, soy rápido de respuesta, ingenioso, original y suelo tener gracia. No nunca he usado técnicas, ni trucos, siempre me he dedicado en especial a cada una con la que he hablado y he improvisado sobre la marcha. Qué la chica sea inteligente y con cierta cultura, amplia el abanico de posibles temas de nexo. Porque los chats, sin llegar a mentir o falsear, te permiten proyectar la imagen de ti que deseas, evidentemente, suele ser la más atractiva. Los defectos se callan hasta que la confianza es mayor e incluso estos también se pueden usar como punto de unión. Realmente, no difiere mucho con el mundo real, ante una persona que desconocemos suele ser la forma normal de actuación.

Un ratito pedante me parece que he quedado. Bueno, hay quien tiene fotos suyas en su propia casa, yo en mi blog, hablo bien de mi cuando quiero. ¡Ea!

Retomo el hilo de la primera cita que os quería relatar. En una de las ocasiones en que visitaba el #canal_cristiano, había una ambiente distendido y agradable, por el “general” (el “general” es el chat común que todos pueden ver, hay también el “privado” donde las conversaciones son uno a uno) comencé a hablar con una chica, esta me seguía las bromas. Sólo hablábamos, alguna gracia y el típico intercambio de información: edad, genero (a veces un “nick”  o pseudónimo no revela si hablas con un hombre o una mujer) y localidad donde se vive (“asl”, lo abrevian quienes se expresan en inglés: age/ sex/location). Resultó que ambos vivíamos en ciudades relativamente próximas (el chat era nacional, incluso había algún latinoamericano en ocasiones) y nuestras edades no eran muy dispares, la suya algo inferior. El sexo, opuesto. No recuerdo bien de qué hablamos, ni siquiera como se hacía llamar.

Me abrió un privado, un canal de conversación único para nosotros dos, y me propuso que nos viésemos en la vida real. Me sorprendió mucho y me pareció extremadamente precipitado…, pero acepté. Acepté tener una cita con una chica con la que tan sólo había intercambiado un puñado de frases y que era asidua a un canal religioso. Era menos cauto o, mejor dicho, más incauto que ahora.

El encuentro fue en Sabadell, ciudad que conozco un poco por haber tenido una pretendida, siglos atrás. Yo fui en coche, ella llegó en tren. Cuando ascendió por la boca de la estación yo ya estaba allí, esperándola. Era maja, algo rellenita, de cabello oscuro y piel muy blanca. A vernos, nos besamos las mejillas con algo de nerviosismo. Decidimos dar un paseo hasta una heladería, que finalmente fue un McDonald’s. Horror de los horrores. Yo qué nunca visito esos sitios, aunque reconozco que esos helados de máquina no están nada mal, si no evaluamos su calidad y valores nutritivos.

Camino a la heladería noté que a veces se paraba al hablar para unos segundos después continuar. Hablamos del chat y de nosotros. Me contó que hacía mucho que no salía, que siempre estaba en su casa. En el McDonal’s parte de su helado cayó al suelo. Parecía nerviosa. También daba la impresión de ser muy tímida. Algo que también me pasa a mí.

Una vez sentados comenzó contarme cosas más íntimas. La última vez que había quedado con un chico se había acostado con él, lo decía con pesar, lamentándolo como un error. Era algo que le había hecho daño. Estaba en tratamiento psicológico y por ello casi nunca salía de casa. Vivía con sus padres. Yo estaba un poco asustado en mis adentros, intentado asimilar la información, me explicaba cosas por las que no le había preguntado, muy intimas. Lo de su tratamiento no era lo que más me inquietaba, mucha gente puede tener una depresión y necesitar sólo algo de cariño, algo de sustento social. No es algo tan trágico. Era la suma de todo lo que me superaba, desde cómo había surgido el encuentro hasta todo lo transcurrido en el mismo hasta el momento.

Yo por mi parte también le expliqué someramente alguna experiencia pasada amorosa y cosas en general de mi vida como gustos y hábitos.

El momento culminante del encuentro fue cuando recibió una llamada de su padre en el móvil  para saber cómo estaba. Bueno, algo relativamente normal hasta que me pasó el móvil y me dijo que su padre quería hablar conmigo. Anonadado me quedé, anonadito. Cogí el aparato y hable con el buen hombre. Él me trasmitió la preocupación por su hija, me dijo que estaba tomando medicación, que había tenido malas experiencias con algún chico y me pidió que cuidase de ella. Yo escuche y le tranquilice. Le conté que tan sólo habíamos quedado para conocernos y tomar algo. Creo que el buen hombre se convenció de yo no era mala gente. Le devolví el móvil a la chica y ella se despidió del padre.

Tuve la sensación que se había escapado de su casa o, al menos, había salido sin el consentimiento paterno.

Tras la llamada no hubo mucho más. Charlamos un rato y luego la acompañé hasta la estación. Allí nos despedimos para no volver a saber nunca más el uno del otro. Ni siquiera por el canal de chat.

El siguiente caso que contaré no fue algo tan rápido. En este caso la iniciativa fue mía y no hubo chat como medio de contacto, aunque si varios pequeños mensajes.

Me había apuntado a una web de contactos, algunos la recordaréis de hace tiempo por su publicidad en televisión, se llamaba LoveLycos y era gratuita. Para daros una idea era como un Facebook a lo pobre donde tenías tu perfil y se podían hacer búsquedas bajo diferentes criterios de otros miembros de web. También se podían mandar mensajes privados a otra gente, normalmente proponiendo un mayor conocimiento mutuo.

Vi una chica que me hizo gracia, me gustó su perfil y como estaba escrito lo que en él había. Su nick que eran “princesa30”. Mala cosa. Yo soy muy poco monárquico, pero tampoco hay que ponerse tan susceptible. Intercambiamos varios mensajes y acordamos vernos en terreno neutral. Ella era de Rubí. El lugar elegido fue Sabadell, en la misma zona que la de la cita que os acabo de contar. Casualidades.

No vino sola, sino acompañada de una amiga, lo cual me pareció muy lógico y precavido. Era una chica guapa con buen cuerpo y vestía para lucirlo aunque no para imponerlo. Es decir, no abusaba de escote, ni de ropas ultra ajustadas, ni de minifaldas encogidas. La amiga más era discreta y tímida en todos los sentidos.

Encontrados, reconocidos y besados los unos con los otros, dispuso “princesa30” ir al Corte Inglés que estaba allí mismo a mirar no se qué.  Acepté. Nunca me ha gustado el Corte Inglés mi estilo de vida más espartano implica otro tipo de establecimientos para comprar, unos más económicos y más humildes. El mirar tiendas, mirar por mirar y curiosear sin más fin que el entretenimiento  tampoco ha estado nunca entre mis actividades, más bien lo detesto. Yo voy a las tiendas con un objetivo, básicamente, sé lo que quiero y cuando lo encuentro lo compro.

Estuvimos unos treinta o cuarentaicinco minutos deambulado entre por la macrotienda, sorteando gente y estanterías, parándonos aquí y allí. Ellas, sobre todo “princesa30”, se movían como pez en el agua.

En esos paseos me contó que era una ultrafan de Mariah Carey. Más que una fan, una imitadora. Le gustaba parecerse a ella y le encantaban sus discos. ¡¡¡Horror!!!.

No soporto a Mariah Carey, no soporto ese estúpido ente qué ha soltado perlas como “el único libro que he leído es La Biblia” o  “cuando veo a los negritos de Africa tan flaquitos, me dan gana de llorar,… con lo que a mí me cuesta perder peso”. Conste que no tengo nada en contra de sus  discos. La chica tiene buena voz. Incluso su versión de “Without you”  me gusta mucho.

Yo no tengo ídolos, no soy fan de nadie, creo que nunca llegaré a ese extremo. Admiro a gente y su obra, me puede también caer bien, pero me considero fan de nadie. Supongo que no va con mi forma de ser y sentir.

Tras la vista a la zona comercial fuimos a un local, una terracita a tomar algo y charlar. Allí consiguió volver a horripilarme. No sé de que hablábamos, el caso es que me mostró sus uñas con dibujitos en cada una de ellas. Creo que eran de porcelana. ¡¡¡Argggg!!! Las chicas las prefiero naturales, con cuanto menos maquillaje mejor. Esas uñas decoradas, y tan poco practicas, según mi juicio de hombre estoico, me parecían el colmo de artificio. Eso sí, podría haber sido peor, podría haber llevado los labios perfilados con laser (no me atraen nada, los veo muy antiestéticos),  … pero eso pertenece a otra cita y otra chica que no tienen cabida en esta entrada.

Abro un breve paréntesis para aclarar que no critico a ninguna de estas chicas por su forma de ser, de vestir o de vivir. Las respeto totalmente, cada uno que haga con su existencia lo que guste mientras no moleste a los demás, pero hay cosas que me repelen, que las veo sumamente incompatibles conmigo. Seguramente son manías mías, quisquilloso que es uno. No sé si es instintivo o prejuicios muy arraigados, no lo sé, pero suponen una barrera que limitan mi interés por personas con ciertas características.

Me preguntó si me gustaban sus uñas y me las ingenie para soltar un “algo” como respuesta neutra que no fuese afirmativa, ni semblase negativa.

La otra amiga era menos habladora, más tímida más “normal”. Hablamos un rato más y nos despedimos.

Tras la cita nos intercambiamos mensajes por la web y volvimos a citarnos de nuevo en un escenario diferente.  Esta vez sería el Parc Vallès, una zona de ocio y en las afueras de Terrassa. Este sitio era algo especial para mí, allí es donde solía quedar con mi primera novia y donde nos pasábamos horas besándonos en mi coche aparcado en el parking. Esa novia me salió mala, muy mala. Es otra de esas historias que menciono para luego alejar del contenido de la entrada, sólo que en este caso creo que nunca la contaré.

Cómo la vez anterior fuimos tres, los mismos. Nos saludamos tras localizarnos y sentamos en una terraza para lo típico, departir e ingerir algo refrescante, era verano. Luego iríamos al cine. En la terraza donde nos sentamos tuve una de las experiencias más agotadoras y sufridas de mi existencia. En este, caso nada achacable a ellas, la culpa fue de mi ignorancia, una mala elección y un exceso de persistencia.

Imaginadnos, ellas, yo, sentados alrededor de una mesa, charlando sobre las grandes intrascendencias de la vida  y yo dirigiendo casi todos mis esfuerzos en poder liquidar un batido de coco con la única arma de una cañita muy estrecha. Para quien no detecte el problema, para quien no sepa al igual que yo ese día la dificultad técnica de la cuestión, le informaré que la consistencia del coco obtura la pajita. Puedes dejarte los pulmones absorbiendo y absorbiendo que la cosa apenas sube (me refiero a la pulpa del coco en el batido, quien haya pensado en otra cosa, pues también acertó, no sube, aunque tampoco era el momento para ello). Creo que ese día lucí en mi cara más colores que un arcoíris. Pero yo, cabezota, no desistí de mi objetivo y finalmente conseguí consumir el batido de coco. Un boca a boca no me hubiese ido nada mal para recuperar el aliento.

En este encuentro hablamos más sobre la amiga y ella misma estuvo más participativa. Llegada la hora de la sesión de cine, no recuerdo cual fue la película, no pusimos en la cola de entrada. Allí “princesa30”, se excusó y desapareció durante unos quince minutos. Supongo que iría a atender asuntos de “palacio30”, preguntar por el estado del “reino30” o simplemente a vaciar el contenido de “intestinos30”. Nos quedamos la amiga y yo en la cola. “Ella es así, suele hacer estas cosas”, a la desaparición se refería la chica tímida. Hablamos de cosas sin mucho tino y poco a poco avanzamos con el resto de la gente de la hilera.

Cuando íbamos a entrar en la sala, apareció “princesa30” a la carrera. Unas risas y unas frases  y elegir asiento. La amiga quedó situada entre “princesa30” y un servidor. Me pareció curioso.

Vimos la película, salimos de la sala, intercambiamos sensaciones y opiniones sobre la proyección, unos adioses, unos besos y para casa.

Todo bien. Normal en principio dentro de las posibles eventualidades que pueden suceder en este tipo de citas. La tormenta vino en los mensajes tras la cita entre “princesa30” y mi persona. Intrigado, le pregunté si lo que realmente quería era que me fijase en su amiga, sí estaba haciendo de Celestina. Le comenté que su amiga me caía bien (al ser más tímida y recatada era, en consecuencia menos “exótica”, y  la veía más afín a mí), que no me importaba que hiciesen ese “juego”, pero que jugasen con la cartas boca arriba. También le explique que eso lo había deducido de lo pasado en nuestro último encuentro y si andaba errado me disculpase. No lo hizo, se enfado, cogió un “real30” cabreo, me llamó unas cuantas cosas poco agradables y ahí concluyeron nuestros contactos.

La última cita que os contaré también tuvo su origen en LoveLycos. Era una chica de Sabadell, no recuerdo que pseudónimo usaba. Intercambiamos unos mensajes y tuvimos a bien vernos en Sabadell, en la rambla.

Vino sola. Fuimos al Café di Roma a tomar algo y charlar,  lo típico. Hablamos de música, a ella le gustaba Mobi, a mi no me entusiasma ese tipo de música, pero cada uno es libre en su sentir y gustar. Me comentó que ella lo que buscaba era una pareja, pareja para toda la vida pues era católica. Con la Iglesia hemos topado. Exigía a su pretendiente un certificado médico que indicase que estaba libre de enfermedades de contagio sexual, ella por su parte se comprometía a lo mismo. Algo poco común, pero muy lógico y precavido.

Mientras conversábamos, apareció una pareja de amigos suyos y la saludaron, por lo poco que entendí que mi citada estaba buscando marido, de los que se obtienen en el altar. No me presentó, ni yo hice ademán que lo propiciase. Se fueron, continuamos con nuestra charla, una vez consumidas nuestras bebidas, pagamos y nos despedimos…  para siempre.

No fui yo el elegido. Aunque teníamos gustos y formas de pensar muy dispares no me cayó mal, tenía un propósito e iba a por él con claridad y perseverancia. Era franca desde el principio. Quizá lo que más chocó de ella y aquel encuentro es que tuviese una metodología  y requisitos para buscar el amor, el amor de por vida. Supongo, que en el fondo, todos hacemos algo parecido pero sin tener tan claro que queremos, ni el camino a seguir para conseguirlo.
  
He tenido más citas de estas, no acertaría dar un buen número. Ha habido otras así de estrambóticas, unas pocas quedaron en simples plantones (unas impresentables). Algunas de las chicas me gustaron mucho,  otras ni las recuerdo.  

Lo he relatado en tono de broma, resaltando, que no aumentando, las peculiaridades de mis parejas de encuentro. Muy posiblemente, si ellas escribiesen una entrada de este tipo, podrían haberme incluido entre la “gente rara”, aunque, sin duda,  lo contarían de forma mucho más escueta.

Cada uno es como es con sus gustos y sus manías, con sus virtudes y rarezas, con sus atractivos y extravagancias. No todos valemos para todos y hay quien es más selectivo respecto a los demás. Yo soy de los que perdido en el desierto y medio deshidratado, si encontrase una lata de CocaCola pasaría de ella, a mi me gusta la Pepsi,… aunque según en qué circunstancias hasta bebería agua sucia de un charco, … siempre y cuando no contuviese CocaCola.

Estoy seguro que habrá quien adore a esas chicas, incluso quienes las consideren las mujeres ideales. No es mi caso. Como tampoco hay ninguna que me haya querido lo suficiente para querer compartir un gran tramo de su vida conmigo y además dispusiese de la perseverancia y voluntad para llevarlo a cabo.

Dejé de querer tener citas porque siempre le ponía más ilusión y esperanza de las que debía, y eso no es bueno, se acaba pagando un coste emocional.  Era entonces era inmaduro, estaba menos vivido. No sé si ahora sabría hacerlo de forma menos sensible. Quizá no tarde en averiguarlo. Estoy replanteándome retomar ese tipo de encuentros por lo que dice una vieja cita:

    No es bueno que el hombre esté sólo

La cual no me atrevo a decidir si es machista o todo lo contrario, supongo que según se mire. Os dejo el trabajo para vosotros que yo ya he escrito suficiente por hoy.
    

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Hello people.

Hi girls!!!

I have been an unlucky boy in love. Yes. Believe it. Women don’t know my great skills. Women don’t look for me.

I can understand it. I am shy man… but I have a hidden pearl inside.
Do you want discovery it?
Do you want know all I can you make it?
Do you want be the happier women at world?
I am here. I am waiting you.
Come with me. Soon.

A ton of kisses.

8 comentarios:

Daniel Rioja dijo...

Te animo a que retomes estas citas (no sólo para que nos cuentes como te irá).

Hay gente a la que quedar con alguien desconocido le parece una locura. A mí no, pero me parece muy complicado que de ello salga una relación como buscaba una de tus chicas: para toda la vida.

En mi opinión, es sobre todo útil para conseguir sexo, pero claro está que sin un pseudoromance previo, el resultado puede dejar mucho que desear.

La verdad es que me he reído mucho y no he podido resistirme a tuitear tu frase célebe: La humildad es un virtud... en los mediocres.

Un saludo!

Tíralle do aire dijo...

Grandes momentos. Brutal la primera cita.
Este tipo de cosas que aquí nos cuentas, son ese tipo de cosas que recordaremos con una sonrisa cuando lleguemos a muy mayores, cuando estemos en la fase de analizar cómo nos ha ido la vida, ahora que ya sólo nos espera la muerte...
A mi me encantan este tipo de experiencias.
Además, el hecho de conocer personas diferentes, por poco tiempo que estés con ellas, aporta mucho muchísimo.
Eres un grande.

Uno dijo...

Daniel Rioja
Pienso que conocer gente suele enriquecer. Yo nunca fui con grandes propositos, ni intenciones. Simplemente a conocer la persona y según las sensaciones pues lo mismo surgía una amistad o puede algo que más. Nunca se sabe. No soy yo muy ambicioso es estos encuentros.

Me alegra que te gustase la frase y la propagases :-)

Saludos


Tiralle do aire
Lo cierto, que estas citas las tenías olvidadas. La más presente era la de princesa30 y por mi lección aprendida sobre el batido de coco. Recordé todo esto al comentar una entrada de una amiga bloguera y decidí hacer esta entrada. Te aseguro que en mi mente era mucho más corta :-)

Gracias

Luna Azul dijo...

Más que comentar tu entrada (que también) entro para agradecerte tus palabras en mi blog. Muy bonito lo que dices (como siempre) Pasado ya un tiempo prudencial del rebote, debo decirte que no es para nada post-vacacional, es una realidad que cada día este ambiente laboral se va deteriorando y a pasos agigantados. Pero tranquilo que aquí esta el otoño, mi estación favorita y estoy dedicando el tiempo a los paseos en este otoño casi veraniego que tenemos, a la lectura y a lo que me gusta, aunque todo ello no me deje tiempo para entrar en el blog y colocar entradas.
Muchas son las cosas que tenía que comentar pero un día por otro se han quedado en el aire.
De tu entrada debo decir que por qué no reanudar tus citas, tal vez en alguna de ellas "encuentres a alguna que te quiera lo suficiente, quiera compartir un gran tramo de su vida contigo y disponga de perseverancia y voluntad" Y si no aquí estamos tus ávidas lectoras para que compartas con nosotras tus citas.
Un abrazo Fran desde esta luna azul

Daniela Haydee dijo...

¡La biblia en verso!

No me gustan las citas a ciegas.
Esta es la síntesis o preludio de lo que viene a continuación.

En el IRC, hace tanto tiempo como tu, también conocí a ciertas personas, que aún viviendo cerca, nunca he querido conocer.
Algunas de esas personas ya no están (en mi vida, no en el mundo... vamos que no ha expirado) otras permancen y creo que estamos envejeciendos juntos por la red.

Delante de un monitor es muy fácil acertar en la elección de las palabras y hasta parecer elocuente, tanto como predisponerse a que lo que diga el receptor nos guste.
El hecho de no tener una imagen de esa persona crea un vínculo misterioso que hace que el "galenteo" sea especial y casi distinto del de la vida real.

Mantener el misterio... Sin más intención de intercambiar impresiones con otra persona que al cabo del tiempo acaba siendo alguien muy afín a nosotros mismos.

Tampoco me gustan la citas que te preparan los amigos/as, aunque estas últimas suelen tener mejor resultados que las primeras (la mayoría de las veces se acude engañados y hay más espontaneidad).

Un poco de misterio no está de más... (¡y no lo digo por ser sosa, sino por firme creencia).

Saludos desde tu pueblo.

Anónimo dijo...

Podrías contar también aquellas citas que acabaron con buen sabor de boca, porque, imagino que "haberlas, haylas". ;)

cachos de vida dijo...

Deseo que disfrutes un buen fin de semana.
Un abrazo.

Uno dijo...

Luna azul
Espero que tu situación laboral se vuelva más ámena. Se paciente y sobre todo pasa de lo que nada te aporte.

Sobre las citas, de momento estoy intentando el metodo tradicional (aunque con muy baja intensidas), sobre todo porque ando algo escaso de tiempo.

Besos

Daniela Haydée
Yo no creo que varíe tanto respencto al mundo real. Si es cierto que es más fácil engañar o enmascararse por internet, pero con el tiempo se aprende también a dectarlas.

Saludos desde tu tierra.

Anónimo
Alguna hubo mucho más placentera e incluso dejó estela, pero esas distan de ser infames :-)

sassin
You has read my english text. I know it.

Ya se lo que buscas tú pillina :-P

Cheers

P.D. Thanks for you spam message.

disancor
Gracias. Pasa un gran fin de semana.
Saludos