
El origen de esta entrada tiene que ver con la imagen que lo encabeza, la encontré por casualidad y me hizo darme cuenta que siempre he tenido un gran respeto por los libros. Desde pequeño, los he tratado como un bien preciado, nunca he osado hacer anotaciones en su interior ni siquiera subrayarlos. Bueno, he de aclarar que refiero a los libros de ocio, los del colegio eran otro cantar, estos acaban marcados en diferentes colores y con los dibujos más extravagantes en las zonas sin texto.
El primer libro que leí, de novela me refiero, creo que fue “El libro de la selva” y me gustó. Fue el que me enganchó a todos los que vendrían después. Me gusta la lectura aunque ciertamente no le dedico demasiado tiempo. Para leer tengo tres momentos o sitios. El más habitual son en mis desplazamientos en tren al trabajo, otro con solera es taza del váter, esos momentos en uno se dedica a hacer deposiciones sólidas son de gran concentración para mí y de una paz y aislamiento del mundo poco corriente de encontrar. El último, más común últimamente es la cama. Podría decir que lo que va de año “Yo, Claudio” se ha convertido en un ladrón de sueño. Me tiene capturado.
Mi primer contacto con la lectura no fue propiamente con libros, sino a través de los tebeos. “Mortadelo y Filemón” y sus detalles en cualquier rincón de la viñeta me atraían mucho más que “Zipi y Zape” y sus infantiles travesuras. Yo era un niño básicamente bueno y esos dos mocosos me caían fatal. Recuerdo que solía ir a una parada del mercadillo del pueblo donde se podían cambiar comics viejos por otros. Leí bastantes y diferentes tipos. Mi personaje claramente favorito, aunque lo conocí algo tarde, siempre ha sido “Superlópez”, si no me equivoco fue mi primer contacto con el humor absurdo y surrealista, que tanto me gusta.
Hace mucho que no leo tebeos. Ahora mis lecturas suelen carecer de ilustraciones, son novelas de todo tipo.
A la hora de comprar libros, lo mismo que cuando veo alguna película, suelo correr riesgos. Practico el deguste de lo que yo llamo el “arte virgen”, es decir, leer algo sin saber de qué va, sin mirar el resumen y no teniendo más impresiones que la que proporcione el titulo. En ocasiones no sale bien y termino leyendo algún que otro bodrio. Pero cuando aciertas, es todo un goce, descubres un mundo nuevo y explorarlo es un placer.
No lo he dicho antes, pero todo libro que comienzo lo acabo por duro que sea. “La montaña mágica” de Thomas Mann, si bien es un gran libro, fue un arduo suplicio finalizarlo. Hubo otros, los cuales además eran notablemente malos, que también me costaron lo mío, pero el citado es el ostenta la mención honorífica de “libro más duro”.
Para ser totalmente franco, debo decir que hay tres libros que nunca acabé. El primero lo encontré en casa de mi abuelo, ni idea de cómo pudo llegar allí, es un libro de 1952, tapa dura, letra pequeña y apenas 125 páginas. “Los caballeros del espacio” de Jean-Gaston Vandel. Mi contacto con él tuvo lugar abandonando la pubertad. Era un texto tan pro-americano que no pude pasar de las primeras páginas. Ahora lo tengo aquí, junto a mí, lo he buscado para describirlo y en la penúltima página me encontrado la joya que veis a continuación.

El texto en vertical reza:
Este formulario que reproducimos más arriba es el mismo que usa la Hyden Planetarium of The American Museum of Natural History en New York en conexión con su popular exposición llamada “Conquista del Espacio”. La Hayden Planetarium se compromete a hacer reservas mediante este formulario que debe remitírsele y tiene la esperanza de que algún día será la primera organización que podrá ofrecer un servicio para viajes interplanetarios. La Hayden Planetarium no puede dedicarse a requerimientos individuales debido a su limitado personal y su enorme tarea.
Prometo intentar leerlo de nuevo ahora que ya estoy más maduro y curado de espantos. Por muy horroroso que sea, el detalle final le da derecho a una segunda oportunidad, es exquisitamente freaky.
El segundo libro no era una novela, comenzó interesante pero me agotó a la mitad. “Introducción al Psicoanálisis” de Sigmund Freud, tenía yo unos 17 años y las cosas muy difusas en cuanto a que carrera seguir. Al final, fue informática,… afortunadamente.
El tercero y último “Ulises” de James Joyce. En este caso no lo acabé porque me enteré que a Joyce hay que leerlo en inglés o te pierdes toda su grandeza, y yo que soy my purista del arte y me gustas no quedarme a medias. Decidí que el día que mi inglés fuese lo suficientemente bueno lo intentaría de nuevo.
Freno aquí mi redacción y continúo otro día. No quiero yo batir una plusmarca de longitud blogera.
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Hi people! Hi pretty girls.
Perhaps you must think I am an ignorant and an uneducated person. But I am great reader. I read a lot of magazines. By them, I know very interesting things about the world and women.
My prefer are Playboy, Penhouse and Hustler.
Girl, if you want check all I know about you… come with me.
And finally, the week song…