Algunas de las cosas que me están
pasando desde que estoy Madrid raya lo imposible. Son varías, y algún día haré
una lista, pero de momento, a modo de ejemplo, cuento algo que me acaba de
pasar.
Me estaba afeitando en la ducha.
Sí, es algo que suelo hacer y se me da bastante bien, además en invierno es más
agradable que hacerlo bajo los chorros de agua caliente que a pecho descubierto
ante el espejo.
En esta tarea, se me cae la
maquinilla de afeitar, una Gillette Mach3 (de 3 hojas) y aterriza sobre el dedo
gordo y su vecino del pie izquierdo. La recojo y no de doy importancia.
Sigo afeitándome, luego me ducho
(enjabonado y aclarado). Salgo de la bañera, me seco el "body" y
cuando voy a por los pies veo que ambos dedos están cubiertos de sangre. Raro,
pues en la ducha con el agua debería irse la sangre. Pero esa sangre era la
manada en rato que me había estado secando el resto del cuerpo (cuerpo serrano,
para más señas).
Cojo papel del higiénico, papel del
váter, para los asilvestrados como yo, y trato de parar la sangre que salía
presionado ligeramente las dos heridas. Los cortes eran profundos y a la
distancia que estaba uno de otro parece increible que se hayan producido con la
misma hoja.
20 minutos y un cuarto de rollo de
papel de váter (yo lo uso de comprimido del que trae el doble que los otros)
hasta que ha parado lo suficiente de sangrar para poner sendas tiritas.
Tras escribir el último párrafo me he mirado y el pie y las hemorragias siguen contenidas tras la tiritas.
He estado tentado de hacer una foto de mi pie y publicarla para ilustrar mis palabras, pero he pensado que no sería de buen gusto. Así que os quedáis sólo con este manojo de frases y lo que vuestra imaginación os proyecte.
Creo que con lo que me ha pasado Murphy se habría descojonado un rato.